miércoles, 10 de febrero de 2016

miércoles, 3 de febrero de 2016

Neuropsicología de la epilepsia V: ¿Cómo debe ser el tratamiento neuropsicológico en la epilepsia?

La intervención neuropsicológica de los déficits cognitivos de la persona con epilepsia tiene un papel importante para prevenir el fracaso escolar y prevenir el riesgo de deterioro. Determinadas modalidades de epilepsia aconsejan la utilización de programas de entrenamiento de las funciones cognitivas, especialmente memoria, atención y funcionamiento ejecutivo.
El tratamiento neuropsicológico debe comenzar por una buena evaluación neuropsicológica, donde se determinen los déficits cognitivos de la persona que sufre epilepsia y aquellos componentes que no están dañados. Una vez determinado éste determinaremos que tipo de tratamiento vamos a llevar a cabo:
         Restauración de la función dañada:
         Los procesos cognitivos deteriorados pueden ser restaurados por la estimulación.
    Las técnicas se basan en la realización de tareas y ejercicios de modo repetitivo para recuperar las funciones afectadas.
         Compensación de la función perdida:
             Los mecanismos cerebrales y procesos cognitivos apenas pueden ser recuperados.
     Realización de actividades con un objetivo funcional mediante estrategias alternativas o ayudas externas.
         Optimización de las funciones residuales
         Los procesos cognitivos no suelen eliminarse por completo tras la lesión sino que quedan reducidos en su eficiencia.  
      Debemos mejorar el rendimiento de la función alterada a través de la utilización de los sistemas cognitivos conservados y no mediante ayudas externas o dispositivos
Un aspecto muy importante del tratamiento es la generalización del tratamiento. Generalizar es aplicar los principios y habilidades aprendidos en las sesiones a situaciones de la vida diaria:
         A personas: mediante el entrenamiento en habilidades sociales.
         A comportamientos: aplicando una estrategia aprendida para resolver otro problema.
         A otros ambientes: desarrollando una estrategia ensayada en un contexto a otros distintos.
La generalización se debe llevar a cabo en tres niveles fundamentales:
      Nivel 1: Debe demostrar que se mantienen los resultados de una sesión a otra empleando los mismos materiales y situaciones.
     Nivel 2: Los progresos conseguidos se han de ver reflejados en tareas similares y requieren la puesta en marcha de las mismas habilidades.
    Nivel 3: Transferencia de las habilidades adquiridas en las sesiones de entrenamiento al funcionamiento en las actividades diarias.
 El tratamiento en la persona con epilepsia debe tener en cuenta además,  los factores personales y sociales, ya que la disfunción psicosocial que produce la epilepsia es con frecuencia más severa y persistente que la propia crisis epiléptica.
En general la enfermedad es vista inicialmente como una catástrofe, comenzando con los sentimientos de culpa por parte de los padres. A veces se oculta la enfermedad por temor a los prejuicios sociales que sigue produciendo. Además el aspecto educativo puede afectar al bienestar del niño.
Los padres que sobreprotegen a sus hijos limitan las habilidades sociales del niño, ya que tienen una expectativa menor ante las habilidades de sus hijos.
Las personas con epilepsia tienen mayor riesgo de presentar alteraciones emocionales que la población no epiléptica. Estas alteraciones psicoafectivas están relacionadas en muchas ocasiones con las estructuras del sistema límbico responsables de la regulación emocional.
Existe una correlación entre el nivel de quejas subjetivas y la eficiencia en pruebas cognitivas. Entre las quejas subjetivas más habituales está la pérdida de memoria, si bien no siempre se correlaciona con las pruebas.
El tratamiento psicológico debe ir encaminado a tratar de suprimir las crisis y a controlar los aspectos emocionales y psicopatológicos que acompañan a la epilepsia.
Además habrá que tratar los factores psíquicos y familiares que acompañan a las crisis. Como el descenso de la autoestima, entorno familiar, alteraciones emocionales, trastornos de conducta, etc.